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Enfermedades parasitárias de las abejas adultas: Varroasis

 

varroa3

La Varroasis o Varroatosis, es una parasitosis externa y contagiosa, que afecta tanto a la cría como a las abejas adultas. La enfermedad es causada por el ácaro Varroa destructor (anteriormente jacobsoni) y es la más temida por los apicultores en el mundo.

 

El ácaro Varroa destructor  fue reportado por vez primera en 1904 por Jacobsoni, quien encontró los parásitos en las abejas Apis cerana en la isla de Java. Posteriormente, Oudemans presentó una descripción detallada. En fechas recientes, diversos estudios indicaron que la Varroa causante de graves daños en la apicultura occidental difiere genéticamente de Varroa, denominándose a esta nueva especie Varroa destructor. Estos trabajos señalan que probablemente las investigaciones hechas para describir la biología y control de la Varroa (especialmente en Europa y Norteamérica), se hayan realizado sobre Varroa destructor.

 

ETIOLOGIA.


- Varroa es un parásito artrópodo, de la clase de los arácnidos y del orden de los ácaros (garrapatas). La hembra mide 1.6 mm de ancho por 1 mm de largo, por lo que es visible a simple vista (del tamaño de la cabeza de un alfiler).  Su cuerpo está recubierto por una fuerte membrana de quitina de color castaño rojizo (marrón). El parásito es bastante plano en sentido dorso-ventral y tiene una forma ovalada, posee 4 pares de patas; las 2 anteriores tienen funciones táctiles y olfativas, mientras que el resto de ellas sirve para la locomoción del ácaro. El macho es más pequeño y de color blanquecino. La hembra puede vivir sin alimento fuera de su huésped hasta 9 días y hasta 30 dentro de cría operculada en un panal a temperatura ambiente. En condiciones normales viven en promedio de 90 a 100 días.

 

Epizootiología.
- El ácaro Varroa destructor, se encontró por primera vez en las abejas
Apis cerana en la isla de Java al sur de Asia, donde existe un equilibrio
biológico entre el parásito y su hospedero.  En la década de los 60's se reporta por primera vez la infestación de colonias de abejas Apis mellifera por Varroa, causándoles graves daños.

 

Su dispersión al resto de Asia, Europa, norte de África y Oriente Medio, se produjo en forma acelerada debido a la movilización de colmenas pobladas, material biológico apícola y la migración natural de enjambres.  Posteriormente se detectó en América del Sur, los Estados Unidos de América y Canadá posiblemente por la introducción de abejas reinas.

 

La Varroatosis afecta a las 3 castas de abejas melíferas y a sus crías, teniendo especial predilección por las larvas de zánganos. Aparentemente las condiciones que favorecen un mayor contacto físico entre las abejas, permiten que los niveles de infestación aumenten en una colonia.  

 

En Europa y los países con inviernos prolongados, la Varroasis se manifiesta severamente al final de las épocas de mal tiempo. En los países tropicales los niveles de infestación se incrementan durante las lluvias. Las pérdidas económicas causadas por la Varroasis varían con la duración de la infestación, la forma en que las abejas son manejadas, las medidas que se tomen para reducir el número de parásitos,  la presencia de otros agentes patógenos y la región en que están ubicadas las colmenas; generalmente la tasa de mortandad en un apiario infestado es progresiva y va en aumento año con año si no se toman medidas de control.

 

La diseminación de la Varroasis de una colmena a otra o entre apiarios se propicia por medio de los zánganos que entran libremente a las colmenas, al igual que las obreras que regresan del campo y se equivocan de colmena, así como por el pillaje y la presencia de enjambres silvestres enfermos.

 

El apicultor también puede esparcir la parasitosis al intercambiar panales entre colmenas, al introducir enjambres de origen desconocido a una colmena, o al cambiar reinas adquiridas de un criadero enfermo.

 

PATOGÉNIA.


-  Una vez infestada una colonia, se inicia el proceso reproductivo de los ácaros. La Varroa hembra fecunda, abandona a la abeja adulta de cuya hemolinfa se ha alimentado y penetra en una celdilla de cría (de aproximadamente 5 a 6 días de edad) a punto de ser operculada (entre 24 y 48 horas antes de la operculación) teniendo especial predilección por la cría de los zánganos. Dos días después de la operculación (60 horas después de haber ingresado a la celda) y al parecer solo después de haber succionado hemolinfa de la larva, comienza la ovoposición, la hembra pone de 3 a 7 huevos con un intervalo de tiempo de alrededor de 30 horas entre uno y otro. Los huevos dan lugar a ninfas a las 48 horas de haber sido puestos, generalmente el primer huevo origina a un macho y los demás a hembras, las ninfas empiezan a alimentarse de la hemolinfa de la cría y se convierten en adultos 3 a 4 días después en el caso de los machos, o en 5 a 6 en el caso de las hembras, de tal suerte que el período completo de metamorfosis tarda de 5 a 6 días en los machos y de 7 a 8 en las hembras. El apareamiento de los ácaros se lleva a cabo dentro de la celdilla antes de que la abeja emerja. Los machos mueren por inanición (ya que su aparato bucal se convierte en un órgano eyaculador impidiéndoles alimentarse) y las hembras salen con la abeja adulta cuando emerge. La hembra del Varroa, posee una espermateca similar a la de las abejas, donde almacena los espermatozoides del macho.

 

 

En las abejas adultas, la hembra del Varroa busca las zonas blandas, menos queratinizadas para perforarlas y chupar la hemolinfa de su huésped. Entre estas zonas tenemos las membranas intersegmentales de los primeros segmentos abdominales, las articulaciones, la base de las alas y las áreas entre la cabeza y el tórax y entre este último y el abdomen, por lo que es común observarlas en dichas zonas. Tiempo después (variable), la hembra deja a la abeja parasitada para ovopositar en una celdilla con cría, con lo que el ciclo se reinicia. Las hembras adultas del ácaro pueden vivir de 2 a 8 meses en el interior de la colmena, dependiendo de la época del año, viviendo menos tiempo cuando las condiciones ambientales son propicias para el pecoreo de miel y polen (es por ello un problema serio en países con largos inviernos).

 

El daño provocado por los ácaros a las abejas es de carácter físico y tóxico-infeccioso. Físico por la hemolinfa que chupan de su huésped y tóxico infeccioso porque las heridas que causan para alimentarse, propician la entrada de toxinas y la transmisión de microorganismos causantes de enfermedades como Loque Americana, Loque Europea y fungosis como la cría de cal y la cría de piedra en las larvas, así como de esta última y parálisis en las abejas adultas. Anteriormente se creía que el daño físico era la causa principal del debilitamiento y muerte de la colonia, sin embargo, los estudios más recientes indican que el daño físico no es tan importante como el tóxico infeccioso, ya que se ha comprobado que la Varroa puede ser portadora de virus patógenos para las abejas o exacerbar el daño de otros que suelen ser poco dañinos. En términos generales, una abeja infestada vive la mitad del tiempo que una sana, por ello, cuando el número de abejas infestadas en una colonia es alto, los daños ocasionados por la enfermedad son dramáticos. Cabe mencionar que para que los niveles de infestación de la Varroasis dentro de una colonia de abejas alcancen altos porcentajes, se requiere de varios meses o varios años a partir de la invasión inicial y que los factores medio ambientales, el manejo de la “raza” de abejas afectadas juegan un papel muy importante en la progresión, estabilización o erradicación de la parasitosis. Las abejas de origen africano, han demostrado ser más resistentes a la Varroasis que las de origen europeo:


Se cree que esta resistencia se debe a que por un lado, tanto su metamorfosis como su tiempo de vida media es mas corto que el de las abejas europeas, lo que favorece menos el ciclo de vida del ácaro, por otro lado se sabe que las abejas africanas tienen menores niveles de hormona juvenil (HJ) en su hemolinfa. La hormona juvenil favorece la reproducción de los ácaros.

 

CUADRO CLÍNICO.


-  La parasitosis comienza sin signos visibles de enfermedad, por lo que el apicultor no se percata de su presencia. Para cuando se manifiesta, es por que el caso ya empieza a ser grave; entre los principales signos que podemos observar están los siguientes:

 

 

La colonia se debilita, las abejas se muestran “nerviosas” (inquietas), se observa la presencia de uno o varios ácaros en el cuerpo de algunas abejas (esto no es fácil de detectar ya que los parásitos se esconden casi totalmente entre los segmentos abdominales), hay mortandad en la cría, algunas abejas emergen con malformaciones en las alas, patas abdomen y tórax; otras abejas carecen de alas o no las pueden extender.

 

 

Generalmente las abejas malformadas son sacadas de la colmena y se observan arrastrándose en la piquera. Es notoria la reducción en el tamaño del cuerpo de estas abejas. Las obreras parasitadas, se observan frotando sus patas en las zonas de su cuerpo donde están los parásitos para deshacerse de ellos, o bien en muchas ocasiones restriegan su cuerpo en las paredes de una celdilla metiendo la cabeza y tórax en ésta. Si se abre una celdilla (especialmente las de zánganos que son las más afectadas), podrán observarse ácaros en distintas etapas de desarrollo.

 

Es notorio también que la cantidad de zánganos decrece.

 

DIAGNÓSTICO.


- Debido a los daños que ocasiona la Varroa y que a la fecha no es posible su erradicación, es importante que el apicultor mantenga sus colmenas con pequeñas cantidades de ácaros (infestaciones bajas) que afecten al mínimo su producción. Para evaluar el grado de infestación de Varroasis en las colmenas, se puede efectuar cualquiera de las siguientes pruebas:

 

Diagnóstico en la cría:

Se basa en la búsqueda de los ácaros en celdas de cría operculada, preferentemente de zánganos y en ausencia de éstas en las de obreras. Para ello, se destapa la colmena y se extrae un bastidor que tenga cría operculada. Con pinzas de disección o peine desoperculador, se rompe el opérculo, se sacan las pupas y se revisan cuidadosamente, así como el fondo de las celdas buscando los ácaros. Deberán inspeccionarse por lo menos 50 celdas operculadas y de encontrar ácaros se anota el número de celdas afectadas, así como la cantidad de pupas observadas. Para la determinación del grado de infestación en la cría se aplica la siguiente fórmula:

 

 

No. de celdas con Varroas
% de Infestación =
--------------------------------------------
= X 100
No. de celdas desoperculadas

 

 

varroa2Método de Charola: Para este método se requiere el uso de Charolas formadas con triplay o fribracel de 3 mm de grosor de 33 x 45 cm, con un marco de 2 cm de espesor por uno de alto, abierto en uno de sus lados cortos; la cara superior de la charola (la misma que tiene el marco), se cubre con una malla criba cuadriculada (8 cuadros por pulgada lineal), de tal forma que se forma un espacio entre la malla y el triplay, en el cual se introducirá una hoja de papel, cartoncillo o cartulina blanca impregnada de grasa vegetal y/o aceite automotriz. En el piso de la colmena, se coloca la charola con el papel engrasado, evitando obstruir por completo la piquera, se deja por espacio de siete días. Transcurrido este tiempo se retira, con sumo cuidado se extrae la cartulina y se revisa para detectar la presencia de ácaros. Con esta técnica no se obtiene un porcentaje de infestación, sino una estimación de la población de Varroas en la colmena, a través del conteo de los ácaros que mueren diariamente en forma natural, por tal motivo es importante que para este fin no se usen acaricidas. Para obtener este resultado, se hace la lectura de las Varroas en la cartulina y se aplica la fórmula siguiente:

 

No. de Varroas encontradas
Varroas muertas por día = __________________________
Días de exposición de la charola
Con el resultado obtenido, se tomarán en cuenta los siguientes criterios:

 

-  de 5 Varroas por día = infestación baja
6 - 10 Varroas por día = infestación media
+ de 10 Varroas por día = infestación alta


Diagnóstico en las abejas adultas (Prueba de David De Jong): Esta técnica es muy sencilla y económica; para ello, se prepara un recipiente para “colar” abejas el cual se elabora con una botella de plástico, a la que se corta el fondo y se le coloca una malla criba (con cuadros de 4 mm por lado) en el extremo de la boca. Se tapa la botella, se invierte de su posición normal y se llena hasta su parte media con agua jabonosa. Del centro de la colmena, se toma una muestra de 200 abejas (empleando el colador) y se agita durante 3 a 5 minutos. Se destapa y se vierte el líquido sobre un paño blanco colocado sobre un recipiente de boca ancha. Las abejas permanecerán en la botella detenidas por la malla criba, el líquido entrará al recipiente de boca ancha y los ácaros quedarán sobre el paño blanco donde podrán ser identificados fácilmente. La fórmula para evaluar el porcentaje de infestación es la siguiente:

 

No. de Acaros colectados
% De infestación
------------------------------------------
= X 100
No. de Abejas en la muestra

 

Las observaciones en campo han indicado que lo recomendable es mantener infestaciones lo más cercano posible a cero, considerándose que cuando se alcancen porcentajes superiores al 10% será necesario un tratamiento de tipo químico a la brevedad posible.

 

Es conveniente que para cualquiera de los tres métodos de diagnóstico se seleccione al azar una de cada 5 colmenas para obtener un promedio por apiario).

 

TRATAMIENTO.

-  La lucha contra este parásito es obstaculizada por varias características biológicas del ácaro que hace difícil encontrar un tratamiento ideal. Dentro de estas características se encuentran las siguientes:


a) Parásita al mismo tiempo a la cría y a las abejas adultas.


b) Su metamorfosis es de 2 a 2.5 veces más corta que la de las abejas; por lo que las nuevas generaciones dentro de las celdillas operculadas son mucho mas abundantes en ácaros y sobre todo protegidas de los acaricidas empleados en el tratamiento de la enfermedad.


c) Los ácaros desarrollan rápidamente resistencia a los fármacos que hasta ahora se han empleado.

 

 

Se han ensayado alrededor de 150 remedios para tratar la enfermedad, pero ninguno es 100% efectivo.

 

 

Muchos productos químicos que se han empleado muestran efectos colaterales indeseables, algunos son muy tóxicos, mientras que otros son cancerígenos, mutágenos, etc.

 

 

Debido a que todas las sustancias empleadas actúan sobre los ácaros que se encuentran sobre el cuerpo de las abejas adultas, no teniendo ningún efecto sobre los que se encuentran dentro de las celdillas de cría operculada, el tratamiento ideal es el que comprende el uso de un acaricida que extermine los parásitos de las abejas adultas, en combinación con la eliminación de cría operculada (para romper el ciclo biológico del ácaro).

 

1. Eliminación de Cría operculada.


-  Eliminar la cría puede ser tan dañino como el parásito mismo, por eso debe elegirse correctamente la técnica o método a seguir. Dentro de estos el más recomendable es el del “Panal de Zánganos”, el cual se basa en el comportamiento de Varroa, que para su reproducción prefiere las celdas de zánganos en un 90 % y en un 10 % a las obreras. Procedimiento: Para ello se utiliza un cuadro con cera estampada para celdas de zánganos o bien una guía de cera para que las abejas construyan el panal. En la época propicia para la producción de zánganos, se coloca el cuadro en la cámara de cría durante 17 días. Transcurrido este tiempo, se retira y se procede ya sea a la eliminación de las larvas y pupas desoperculando la cría y destruyéndolas con un lavado a presión, o bien a fundir los panales con todo y cría.

 

2. Utilización de Acaricidas.

-  Desafortunadamente, ninguno de los productos que se han probado hasta ahora tienen un 100% de eficacia, sin embargo, varios de ellos rebasa el 95%. Es conveniente que en una zona enzoótica se alterne el uso de acaricidas año con año, para evitar la resistencia del parásito. En los últimos años, se han probado diversas sustancias de origen natural para el control de este parásito, estas tienen la ventaja de no contaminar la miel ni ser dañinas a las personas; lamentablemente su eficacia varia dependiendo de su dosis, método de administración características ambientales etc., por lo que el apicultor deberá evaluar los niveles de infestación de Varroa en sus colmenas para determinar el grado de éxito de su tratamiento cuando aplique este tipo de productos.

 

 

Ante la diversidad de productos que se han empleado para el control de la Varroasis y dados los riesgos potenciales de su uso, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación ha implementado mecanismos para la evaluación y registro de aquellos acaricidas que garanticen un buen control de la Varroasis, además de que sean inocuos a las abejas y al productor. Entre los acaricidas más efectivos y con menos inconvenientes, tenemos los siguientes:

 

a) Cimiazole.
- Apitol de Novartis, se presenta a una concentración del 17.5%. La dosificación recomendada es de 2 gramos del producto por colmena y se administran en jarabe de azúcar.

 

b)  Tao
-  Fluvalinato.
-  Apistán de Novartis, se presenta en tiras de PVC impregnadas con la sustancia activa. Para el tratamiento de las colmenas se colocan 2 tiras del producto por colmena, entre 3º y 4º de cada lado de la cámara de cría y se dejan por 6 a 8 semanas.

 

c)  Flumetrina.
-  Bayvarol de Bayer, también se presentan en tiras de PVC. En este caso, se colocan 4 tiras por colmena, repartidas en la cámara de cría y se dejan por espacio de 6 a 8 semanas.

 

d)  Ácido Fórmico.
-  Api-Plus de Pronabive, esta sustancia es un producto natural, por lo tanto no contamina la miel, característica que lo coloca como el único acaricida autorizado para el control de la Varroa en la producción de miel orgánica. La presentación comercial es en bolsas de 80 mililitros de ácido fórmico al 65%, con un dispositivo que permite su liberación gradual y una óptima concentración en el interior de la colmena. Para el tratamiento de las colmenas se coloca una bolsa del producto en la cámara de cría y se deja por 4 días; transcurrido este tiempo se sustituye por una nueva y así sucesivamente hasta completar 16 días (4 bolsas en total).

 

e)  Amitraz.
-  Colmesán, para su aplicación se humedece con 0.5 mililitros del producto (por colmena), material absorbente (papel, tela, etc.) y se coloca en el ahumador encendido, cuando libera humo blanco, se aplican 5 bocanadas a la colmena. Para obtener buenos resultados se debe repetir este proceso 3 veces con intervalos de 5 a 7 días.

 

Es muy importante que el apicultor esté consciente del riesgo que para la salud humana puede implicar el uso de acaricidas, de manera que no aplique estos productos previamente al inicio de las floraciones ni durante estas evitando la contaminación de los productos. Asimismo, es muy conveniente el establecimiento de una calendarización regional de tratamientos, procurando que se administren simultáneamente en el 100% de las colmenas para evitar reinfestaciones.

 

Es muy probable que al paso del tiempo surjan nuevas alternativas de control químico, ya sea con moléculas sintéticas o a partir de productos naturales, por lo que el apicultor debe informarse debidamente de la incorporación de éstos al mercado para mantener controlada la parasitosis.

 

Definitivamente el mejor control de la Varroasis solo se consigue con la participación de todos los productores realizando en forma integral las siguientes prácticas:

 

- Medición de grados de infestación de Varroa.
- Aplicación del control biológico.
- Sustitución periódica de Abejas Reina.
- Control de fuentes de reinfestación.
- Tratamiento con productos químicos alternados con controles biológicos.
- Eliminar o fusionar colmenas débiles.
- Diagnóstico y control de las demás enfermedades de las abejas.

 

Un rasgo hasta el momento inexplicado, ha sido la disminución e incremento que en forma de ondas se presentan en el número de escarabajos en un apiario. En Georgia y Florida se ha notado que el número de escarabajos en un apiario se incrementa notablemente el día siguiente de haber sido trabajado. Esto sugiere que los olores de la colmena actúan sobre la reproducción.


Fuente: SAGARPA
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