Enfermedades parasitárias de las abejas adultas: Varroasis
La Varroasis o Varroatosis, es una parasitosis externa y contagiosa, que afecta tanto a la cría como a las abejas adultas. La enfermedad es causada por el ácaro Varroa destructor (anteriormente jacobsoni) y es la más temida por los apicultores en el mundo.
El ácaro Varroa destructor fue reportado por vez primera en 1904 por Jacobsoni, quien encontró los parásitos en las abejas Apis cerana en la isla de Java. Posteriormente, Oudemans presentó una descripción detallada. En fechas recientes, diversos estudios indicaron que la Varroa causante de graves daños en la apicultura occidental difiere genéticamente de Varroa, denominándose a esta nueva especie Varroa destructor. Estos trabajos señalan que probablemente las investigaciones hechas para describir la biología y control de la Varroa (especialmente en Europa y Norteamérica), se hayan realizado sobre Varroa destructor.
ETIOLOGIA.
Epizootiología.
Su dispersión al resto de Asia, Europa, norte de África y Oriente Medio, se produjo en forma acelerada debido a la movilización de colmenas pobladas, material biológico apícola y la migración natural de enjambres. Posteriormente se detectó en América del Sur, los Estados Unidos de América y Canadá posiblemente por la introducción de abejas reinas.
La Varroatosis afecta a las 3 castas de abejas melíferas y a sus crías, teniendo especial predilección por las larvas de zánganos. Aparentemente las condiciones que favorecen un mayor contacto físico entre las abejas, permiten que los niveles de infestación aumenten en una colonia.
En Europa y los países con inviernos prolongados, la Varroasis se manifiesta severamente al final de las épocas de mal tiempo. En los países tropicales los niveles de infestación se incrementan durante las lluvias. Las pérdidas económicas causadas por la Varroasis varían con la duración de la infestación, la forma en que las abejas son manejadas, las medidas que se tomen para reducir el número de parásitos, la presencia de otros agentes patógenos y la región en que están ubicadas las colmenas; generalmente la tasa de mortandad en un apiario infestado es progresiva y va en aumento año con año si no se toman medidas de control.
La diseminación de la Varroasis de una colmena a otra o entre apiarios se propicia por medio de los zánganos que entran libremente a las colmenas, al igual que las obreras que regresan del campo y se equivocan de colmena, así como por el pillaje y la presencia de enjambres silvestres enfermos.
El apicultor también puede esparcir la parasitosis al intercambiar panales entre colmenas, al introducir enjambres de origen desconocido a una colmena, o al cambiar reinas adquiridas de un criadero enfermo.
PATOGÉNIA.
En las abejas adultas, la hembra del Varroa busca las zonas blandas, menos queratinizadas para perforarlas y chupar la hemolinfa de su huésped. Entre estas zonas tenemos las membranas intersegmentales de los primeros segmentos abdominales, las articulaciones, la base de las alas y las áreas entre la cabeza y el tórax y entre este último y el abdomen, por lo que es común observarlas en dichas zonas. Tiempo después (variable), la hembra deja a la abeja parasitada para ovopositar en una celdilla con cría, con lo que el ciclo se reinicia. Las hembras adultas del ácaro pueden vivir de 2 a 8 meses en el interior de la colmena, dependiendo de la época del año, viviendo menos tiempo cuando las condiciones ambientales son propicias para el pecoreo de miel y polen (es por ello un problema serio en países con largos inviernos).
El daño provocado por los ácaros a las abejas es de carácter físico y tóxico-infeccioso. Físico por la hemolinfa que chupan de su huésped y tóxico infeccioso porque las heridas que causan para alimentarse, propician la entrada de toxinas y la transmisión de microorganismos causantes de enfermedades como Loque Americana, Loque Europea y fungosis como la cría de cal y la cría de piedra en las larvas, así como de esta última y parálisis en las abejas adultas. Anteriormente se creía que el daño físico era la causa principal del debilitamiento y muerte de la colonia, sin embargo, los estudios más recientes indican que el daño físico no es tan importante como el tóxico infeccioso, ya que se ha comprobado que la Varroa puede ser portadora de virus patógenos para las abejas o exacerbar el daño de otros que suelen ser poco dañinos. En términos generales, una abeja infestada vive la mitad del tiempo que una sana, por ello, cuando el número de abejas infestadas en una colonia es alto, los daños ocasionados por la enfermedad son dramáticos. Cabe mencionar que para que los niveles de infestación de la Varroasis dentro de una colonia de abejas alcancen altos porcentajes, se requiere de varios meses o varios años a partir de la invasión inicial y que los factores medio ambientales, el manejo de la “raza” de abejas afectadas juegan un papel muy importante en la progresión, estabilización o erradicación de la parasitosis. Las abejas de origen africano, han demostrado ser más resistentes a la Varroasis que las de origen europeo:
CUADRO CLÍNICO.
La colonia se debilita, las abejas se muestran “nerviosas” (inquietas), se observa la presencia de uno o varios ácaros en el cuerpo de algunas abejas (esto no es fácil de detectar ya que los parásitos se esconden casi totalmente entre los segmentos abdominales), hay mortandad en la cría, algunas abejas emergen con malformaciones en las alas, patas abdomen y tórax; otras abejas carecen de alas o no las pueden extender.
Generalmente las abejas malformadas son sacadas de la colmena y se observan arrastrándose en la piquera. Es notoria la reducción en el tamaño del cuerpo de estas abejas. Las obreras parasitadas, se observan frotando sus patas en las zonas de su cuerpo donde están los parásitos para deshacerse de ellos, o bien en muchas ocasiones restriegan su cuerpo en las paredes de una celdilla metiendo la cabeza y tórax en ésta. Si se abre una celdilla (especialmente las de zánganos que son las más afectadas), podrán observarse ácaros en distintas etapas de desarrollo.
Es notorio también que la cantidad de zánganos decrece.
DIAGNÓSTICO.
Diagnóstico en la cría: Se basa en la búsqueda de los ácaros en celdas de cría operculada, preferentemente de zánganos y en ausencia de éstas en las de obreras. Para ello, se destapa la colmena y se extrae un bastidor que tenga cría operculada. Con pinzas de disección o peine desoperculador, se rompe el opérculo, se sacan las pupas y se revisan cuidadosamente, así como el fondo de las celdas buscando los ácaros. Deberán inspeccionarse por lo menos 50 celdas operculadas y de encontrar ácaros se anota el número de celdas afectadas, así como la cantidad de pupas observadas. Para la determinación del grado de infestación en la cría se aplica la siguiente fórmula:
No. de celdas con Varroas
No. de Varroas encontradas
- de 5 Varroas por día = infestación baja
No. de Acaros colectados
Las observaciones en campo han indicado que lo recomendable es mantener infestaciones lo más cercano posible a cero, considerándose que cuando se alcancen porcentajes superiores al 10% será necesario un tratamiento de tipo químico a la brevedad posible.
Es conveniente que para cualquiera de los tres métodos de diagnóstico se seleccione al azar una de cada 5 colmenas para obtener un promedio por apiario).
TRATAMIENTO. - La lucha contra este parásito es obstaculizada por varias características biológicas del ácaro que hace difícil encontrar un tratamiento ideal. Dentro de estas características se encuentran las siguientes:
Se han ensayado alrededor de 150 remedios para tratar la enfermedad, pero ninguno es 100% efectivo.
Muchos productos químicos que se han empleado muestran efectos colaterales indeseables, algunos son muy tóxicos, mientras que otros son cancerígenos, mutágenos, etc.
Debido a que todas las sustancias empleadas actúan sobre los ácaros que se encuentran sobre el cuerpo de las abejas adultas, no teniendo ningún efecto sobre los que se encuentran dentro de las celdillas de cría operculada, el tratamiento ideal es el que comprende el uso de un acaricida que extermine los parásitos de las abejas adultas, en combinación con la eliminación de cría operculada (para romper el ciclo biológico del ácaro).
1. Eliminación de Cría operculada.
2. Utilización de Acaricidas. - Desafortunadamente, ninguno de los productos que se han probado hasta ahora tienen un 100% de eficacia, sin embargo, varios de ellos rebasa el 95%. Es conveniente que en una zona enzoótica se alterne el uso de acaricidas año con año, para evitar la resistencia del parásito. En los últimos años, se han probado diversas sustancias de origen natural para el control de este parásito, estas tienen la ventaja de no contaminar la miel ni ser dañinas a las personas; lamentablemente su eficacia varia dependiendo de su dosis, método de administración características ambientales etc., por lo que el apicultor deberá evaluar los niveles de infestación de Varroa en sus colmenas para determinar el grado de éxito de su tratamiento cuando aplique este tipo de productos.
Ante la diversidad de productos que se han empleado para el control de la Varroasis y dados los riesgos potenciales de su uso, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación ha implementado mecanismos para la evaluación y registro de aquellos acaricidas que garanticen un buen control de la Varroasis, además de que sean inocuos a las abejas y al productor. Entre los acaricidas más efectivos y con menos inconvenientes, tenemos los siguientes:
a) Cimiazole.
b) Tao
c) Flumetrina.
d) Ácido Fórmico.
e) Amitraz.
Es muy importante que el apicultor esté consciente del riesgo que para la salud humana puede implicar el uso de acaricidas, de manera que no aplique estos productos previamente al inicio de las floraciones ni durante estas evitando la contaminación de los productos. Asimismo, es muy conveniente el establecimiento de una calendarización regional de tratamientos, procurando que se administren simultáneamente en el 100% de las colmenas para evitar reinfestaciones.
Es muy probable que al paso del tiempo surjan nuevas alternativas de control químico, ya sea con moléculas sintéticas o a partir de productos naturales, por lo que el apicultor debe informarse debidamente de la incorporación de éstos al mercado para mantener controlada la parasitosis.
Definitivamente el mejor control de la Varroasis solo se consigue con la participación de todos los productores realizando en forma integral las siguientes prácticas:
- Medición de grados de infestación de Varroa.
Un rasgo hasta el momento inexplicado, ha sido la disminución e incremento que en forma de ondas se presentan en el número de escarabajos en un apiario. En Georgia y Florida se ha notado que el número de escarabajos en un apiario se incrementa notablemente el día siguiente de haber sido trabajado. Esto sugiere que los olores de la colmena actúan sobre la reproducción. Fuente: SAGARPA |
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